“OFRENDAS…”
Muchas
veces imaginamos que Dios nos pide cosas extraordinarias…
Que
mi “ofrenda” tiene que ser algo muy costoso… y que no siempre está en mis
manos
poder hacerlo…
Algo
de esto es cierto, pero no todo.
Dios
me pide algo simple… y a la vez costoso!.. Sí.
Dios
no quiere que yo vaya a pie o de rodillas a Lujan… Sí, me pide que le entregue
mi vida diaria: mi “HOY”…
Este
“hoy”, cargado con todas sus implicancias: “mi vida”… Esta vida que Él me dio.
‘Mi
vida’ que está llena de vicisitudes: de momentos buenos y momentos malos, de
alegrías y penas, de bienestares y malestares, de éxitos y de fracasos, de virtudes y pecados, de dolores, de
enfermedad, de miedos, de angustias, y arideces ((como dice el Salmo: “como tierra
sedienta, reseca y sin agua…”)
Esta
es la ofrenda que más nos cuesta!..
Esta
es la ofrenda más costosa: “aceptar” la vida que Dios me dio… y ofrecérsela
agradecido…
Y
no porque mi actuar, mi vida sea más importante que la de los demás… Mi vida es
‘valiosa’, o mejor: ‘cobra valor’ cuando la ofrezco “con Jesús, por Jesús y en
Jesús”…
Es decir:
cuando la uno a su Cruz.
Pablo
decía: “completo en mi carne lo que le falta a la
pasión de Cristo”…
Parece
un contrasentido: pero a la Cruz de Cristo le faltan algunas “astillas”,
que nosotros debemos completar… arrimándolas a su Cruz!.. (Nos
dejó un lugarcito para que la completemos nosotros con nuestros dolores…)
Y
así, “por Jesús, en Jesús, y con Jesús”, la ofrenda de nuestra vida se
transforma en “redención, acción de gracias, súplica y adoración…”
Unimos
nuestra ofrenda a la “Hostia Pura y Santa”… al único sacrificio agradable a
Dios Padre… Nos unimos a todas las Misas que se celebran en el mundo…
Y
cuando el Sacerdote (= Jesús!) eleva el Cáliz al Padre… allí estamos nosotros
junto con Jesús…
Cuando
el Sacerdote prepara el Cáliz para la consagración, pone en el vino unas
“gotitas de agua”… agua que representa a toda la humanidad… Allí estamos todos!..
Claro,
que luego, cuando comulgo el Cuerpo del Señor, estoy “comulgando con todos mis
hermanos”… (Esto me hace reflexionar que
no debo excluir a nadie de mi Amor!)
Jesús
no eliminó el dolor de la humanidad… Es cierto.
Pero lo asumió, lo abrazó. Lo ofreció con “mucho Amor” al Padre: amor
por nosotros… amor que le dio fuerzas para sobrellevar todo el dolor!
Por
eso, Jesús quiere que yo también acepte mi dolor… que acepte ‘mi vida
completa’… y que junto a Él, por sus méritos, identificándome a Él, los ofrezca como sacrificio agradable a Dios…
El dolor es un ‘misterio’… Y
Jesús le dio ‘valor’…
LECTURAS
DEL DÍA:
Daniel 7, 9-10.13-14; Salmo 96, 1-2.5-6.9; 2 Pedro 1, 16-19; Mateo 17, 1-9*
HOY celebramos
el Domingo de la TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Semillas de Vida - Servicio de Espiritualidad Parroquial
Día 06 de Agosto
de 2017 – Domingo
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