En
el “Año de la Fe”…
Esperamos
el aniversario del nacimiento de Cristo.
Según la promesa del Señor, lo veremos pronto.
La Escritura espera de nosotros una alegría espiritual tal que,
elevándonos por encima de nosotros mismos, salte de gozo al salir al encuentro
del Señor...
Incluso antes de su llegada, el Señor viene a vosotros. Antes de
manifestarse al mundo entero, viene a vosotros en una visita íntima, porque ha
dicho: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.” (Jn 14,18)
Verdaderamente hay una venida del Señor frecuente e íntima,
según el mérito y el fervor de cada uno,
que durante este período intermedio entre su primera venida y su vuelta
el último día nos configura a la primera y nos prepara a la segunda.
Si el Señor viene a nosotros ahora es para que: su primera venida no
quede inútil y la última no sea la venida de su cólera.
Por su venida actual, en efecto, se pone a reformar nuestro orgullo
según el ejemplo de su humildad en la primera venida y, luego, a reformar
nuestro cuerpo humilde a la imagen del cuerpo glorioso que nos mostrará a su
vuelta.
Por esto debemos implorar con todas nuestras fuerzas y pedir con fervor
esta venida intermedia que nos da la gracia de la primera venida y nos promete
la gloria de la última...
La primera venida fue humilde y
escondida, la última será esplendorosa y magnífica.
La venida de la que hablamos está escondida, pero es igualmente
magnífica.
Digo “escondida”, no porque sea ignorada por aquel en quien tiene lugar,
sino porque se realiza en el secreto del alma... Llega sin ser visto y se aleja
sin que uno lo perciba. Su presencia es luz del alma y del espíritu. En el alma
se ve al invisible y se conoce al incognoscible.
Esta llegada del Señor traspone al alma de quien la contempla en una
dulce y dichosa admiración. Entonces, del fondo del hombre brota el grito:
“Señor ¿quién se compara a ti?” (Sal 34,10)
Lo saben quienes han experimentado su venida y, quiera Dios, que los que
no lo hayan experimentado puedan experimentar el deseo de su venida.
Beato Guerrico
de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense - Segundo sermón para el Adviento,
2-4; PL 185, 15-17
LECTURAS
DEL DÍA: Isaías
25, 6-10; Salmo 22, 1-6; Mateo 15, 29-37*
HOY
recordamos a SAN SABAS -
439/532 – monje del desierto desde jovencito, ordenado sacerdote, y constituido
Enarca (superior) de los que vivían en ermitas y desiertos – ver más en: http://www.corazones.org/santos/sabas.htm
Día 05 de Noviembre
de 2012 - Miércoles
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