“Si el
grano de trigo que cae en tierra, no muere, queda solo;
pero si muere, da mucho fruto.”
Sufrir por sufrir, es absurdo e indigno
del hombre.
Sufrir
porque “no hay otra”
porque ésa es la condición humana, es un motivo muy
pobre, aunque pueda ser frecuente.
Sufrir
para mostrar mi capacidad de autodominio o mi grandeza humana, es de pocos, y
casi siempre adolece de orgullo.
Sufrir
“por fidelidad” a unos principios y a unas convicciones que sustentan la propia
vida, ahí está el verdadero sentido y valor del sufrimiento.
Sufrir
por fidelidad a la propia conciencia,
Aunque
los estímulos externos nos induzcan al “disfruta el presente” y a la
satisfacción de las mil solicitaciones del vicio y del pecado…
Sufrir
por fidelidad a los deberes de mi estado y profesión, con sinceridad y
constancia… sin miedo de aparecer “débil” y sin miedo al respeto humano…
Sufrir
por fidelidad a las propias convicciones religiosas… siendo siempre coherente y
auténtico…
Ese
sufrimiento –a los ojos de Dios – tiene sentido y valor: valor de redención, como el sufrimiento de Jesús, nuestro Redentor.
Este “sufrir” no es fácil,
pero no deja de ser hermoso y sobre
todo fecundo…
(Tomado de Catholic.net – P.Octavio
Ortiz – s/B-5ª Domingo de Cuaresma)
Domingo
5º de Cuaresma:
LECTURAS
DEL DÍA:
Jeremías 31, 31-34; Salmo 50, 3-4.12-15; Hebreos 5, 7-9; Juan 12, 20-33*
CUMPLE AÑOS: Carmen Vaglio – nos unimos a su acción
de gracias y oramos por ella.
Día 25 - Domingo
- Responsable: Pbro. Rubén Papaleo - Coordinador y diagramador:
Celso E. Pighin
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